viernes, 4 de diciembre de 2015

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sábado, 28 de noviembre de 2015

"Nuestra ultima publicacion"

Hasta esta semana conluimos con el semestre y por hecho con las publicaciones del equipo de trabajo de "Sin Fronteras", pero esta no es una despedida, sino, un hasta luego. Termianmos pero seguirmos dandoles las noticias mas relevantes y opiniones de este tema infinito.

Esta semanana en "Voz Radio Online" tuvimos la alegre y a la vez con nostalgia despedida de esta transmitora, pero, creemos que no sera la ultima vez. Quiza veinte minutos no bastaban para informarles de forma completa pero haciamos lo posible para hacerlos informar, reflexionar, y que concluyeran con su punto de vista.














Al igual que nuestro blog, culmina con estas noticias, pero no para siempre. Este tema nos apaasiona ya que tiene una cantidad de contenido enorme.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Las Consecuencias de Siria hacia el mundo.

A cinco años desde el comienzo del conflicto en Siria, la guerra ha hecho retroceder drásticamente los logros en materia de desarrollo humano de la región, quizás por varias décadas.  
Refugiados sirios en Líbano
El pueblo de Siria sigue sufriendo la perturbación total de sus vidas por un conflicto que ha reportado más de 250.000 muertes y 12 millones de desplazados, incluyendo refugiados y personas desplazadas internamente. Estas cifras representan alrededor de la mitad de la población siria.  

Aspectos dest

  • 75% d
Tanto el sector económico como de infraestructura se han visto afectados debido al conflicto. El país incurrió en pérdidas económicas acumuladas de US$ 203 mil millones a fines de 2014, cifra que supone cuatro veces su PIB a precios constantes de 2010. El desempleo ha afectado a 3.339 millones de personas, lo que representa 54.3% de la fuerza laboral.
¿Quién empujó a Estados Unidos a tratar de derribar a un Gobierno reconocido por la ONU?
Las consecuencias las paga la población civil, como estamos viendo.
Los refugiados huyen a los países vecinos primero (Turquía, Jordania y el Líbano), pero después, cuando estos países están saturados, el flujo migratorio busca países más lejanos (Europa) y podemos preguntarnos: ¿Qué pasaría si los europeos tuvieran que huir para refugiarse en los países árabes?
Además del problema humano, se plantea un problema de seguridad.


Francia



La tarde del viernes todo era muy confuso, los medios masivos hurtaban cigras inexactas de muertos, todos sobrepasando el número 100 mientras Fransoa Alan (Presidente de Francia) mientras se paró enfrente de una audiencia atónita decía unas cifras que dejó atónico al resto del mundo.
129 muertos y más de 300 heridos, 99 de ellos en estado crítico, 3 días de luto nacional en Francia. Funcionarios de la policía y servicios médicos informaba que la mayoría de las víctimas murieron en el interior del teatro “Bataclán”, antes de ser tomados como rehenes y asesinados, después de un tiroteo en el restaurante “Le carrillon” en las mismas oficinas donde estaban Charly Ando, 11 perdieron ahí la vida luego de eso 2 explosiones más surgieron alrededor del staff “Le france” donde se daba el partido amistoso entre las selecciones de Francia y Alemania, Ahí estaba el presidente fue evacuado al instante, casi después se llevaron dos ataques suicidas y se detonó un artefacto explosivo ahí murieron 3 más a esa hora no se sabía quién era el responsable surgían teorías inmensas y el mundo estaba con una gran incógnita.
La verdad este tipo de situaciones me hacen pensar ¿En qué mundo estoy viviendo? ¿Por qué mis ojos tienen que ver a gente sufrir? ¿Es necesario llegar a esto? , la verdad no tengo idea cada vez este mundo se torna más podrido y lo único que me hace creer es que el instinto natural del ser humano es el de ser destructivo.





#PrayforParis

viernes, 6 de noviembre de 2015

Rascismo y control sobre los inmigrantes

Una crisis humanitaria, ¿Necesita estás medidas?



Parece que la desmedida constante emitida por acciones en donde las cuales no exista ninguna penalización nos conlleva a que:

Las matanzas racistas o los asesinatos de afroamericanos cometidos por policías en Estados, y la impunidad que les favorece, al igual que las estadísticas que señalan claramente la desigualdad, no solo en lo socioeconómico sino en el trato que la propia justicia de la superpotencia da a las minorías étnicas, no son casos aislados sino una constante.

En ese marco de discriminación racial se encuentra también el desprecio del sector más conservador de Estados Unidos, compuesto por blancos, fundamentalistas religiosos y afiliados al Partido Republicano, hacia los inmigrantes, principalmente hacia los latinos.
Si alguna duda existe al respecto, basta observar el inusitado crecimiento de la preferencia electoral de los eventuales votantes republicanos hacia el multimillonario Donald Trump tras insultar a los inmigrantes mexicanos, calificándolos de “violadores” y “asesinos”. Obviamente lo de “mexicanos” engloba a todos los inmigrantes latinos.
Incluso antes de lanzar su candidatura se creía que candidatos como Jeb Bush –hijo y hermano de expresidentes— sería el preferido de los derechistas republicanos, pero junto a los demás aspirantes fue inmediatamente superado por el disruptivo Trump, que ha hecho del extremismo confrontativo su, hasta ahora, exitosa estrategia de campaña.
Eso, y todas las acciones extremistas adoptadas contra los inmigrantes en varios estados de la unión americana, al igual que la obstrucción en el congreso estadounidense de las medidas de alivio decretadas por el presidente Obama, son una muestra evidente de que tanto el racismo como el falso temor a quienes son diferentes –ya sea por el color de su piel, sus costumbres, o el idioma que usan— son una realidad incuestionable en el Estados Unidos de hoy.




Y es que en el fondo, mucha de la animadversión hacia el propio presidente Barack Hussein Obama –a quien los extremistas estadounidenses consideran un “comunista”, “musulmán”, cuestionando hasta su nacionalidad y boicoteando su accionar en el congreso, ahora controlado por los republicanos— quizás no es porque sea un liberal demócrata, sino porque es el primer afrodescendiente que se convirtió en inquilino de la Casa Blanca.

domingo, 1 de noviembre de 2015

UN CUENTO DE NUNCA ACABAR...

Un ejemplo que permite la movilización a latinos




 Lorella Praeli

Es la jefa de la campaña de la candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, para los votantes latinos. Supervisa, desde el cuartel general de la campaña en el distrito neoyorquino de Brooklyn, los esfuerzos para movilizar a este segmento de la población clave para la elección del presidente Barack Obama en 2008 y su reelección en 2012. Clinton necesita a los latinos si quiere asegurarse la victoria en los caucus (asambleas electivas) y primarias, que decidirán la nominación demócrata y arrancan en febrero, y en las generales en noviembre de 2016.
Es la máxima responsable de la movilización de los hispanos, pero nunca ha votado en este país. Espera hacerlo en 2016 cuando haya obtenido la ciudadanía.
Trabaja en la sala de máquinas de la campaña de una candidata con posibilidades de ser la primera mujer presidenta, pero mantiene el espíritu de activista. El mundo de los indocumentados no es una abstracción para ella. Su padre se quedó en Perú, pero su madre, Chela, vive en Estados Unidos y no tiene papeles. Chela es una ilegal, por usar la palabra denigratoria para referirse a los indocumentados. Es la palabra que usan, entre otros, candidatos republicanos como el magnate Donald Trump, que ha subido en los sondeos con una retórica agresiva contra los inmigrantes sin papeles, o Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos pero contrario a la regularización masiva de los indocumentados. La propia Clinton usó hace unos días el término ilegal, aunque ha dicho que fue por error y no volverá a hacerlo.
Este es el trabajo de Praeli. Su plan consiste, primero, en adaptar el programa de Clinton al electorado latino. Ella pone el ejemplo de la política educativa. Clinton quiere facilitar el acceso a la universidad de personas con hijos. Praeli explica que más del 30% de mujeres latinas y el 18% de hombres en la universidad tienen hijos.
Segundo: el uso de las redes sociales es central. “Estamos hablando con la comunidad en español todo el tiempo, en Twitter, en Facebook, en mensajes de texto.”
El tercer pilar de la campaña son los métodos tradicionales. “Nada supera el puerta a puerta”.
Y el cuarto es la personalidad de Clinton. “Sus primeras experiencias políticas fueron registrando a latinos en el sur de Texas”, dice Praeli. Su conexión con la comunidad es antigua, recuerda. “Al final, una persona que vota quiere saber por qué votará por ti. Tal vez tengo dos trabajos, dos o tres hijos una esposa o esposo, soy estudiante. Nuestro trabajo es darle al votante una razón por la que dejar lo que está haciendo en su vida para votar por ella.”
A Praeli, la razón para luchar por Clinton se la dio la propia Clinton durante una reunión con ella y otros asesores en Washington. “Nos habló de su historia, de por qué hace lo que hace. El mensaje subliminal de todo esto es: ‘Levántate y anda’. Es una frase que ella dice: ‘Cuando te caes, te vuelves a levantar’”.
Hace unos días, mientras hablaba con EL PAÍS en Brooklyn, cayó en la cuenta. El consejo de Clinton es el que le daba su padre después del accidente: "Cuando me caigo me levanto, cuando me levanto me vuelvo a caer". El rostro se le iluminó.
“Es increíble ¿Sabe?", dijo. "Es la primera vez que hago esta conexión".

domingo, 25 de octubre de 2015

LA MATANZA DE TLATELOLCO: OTRA MATANZA IMPUNE

San Fernando un caso turbio



Durante la última semana de agosto del 2010 fuerza de la Marina de México encontraron en una bodega a más de 74 cuerpos de inmigrantes ejecutados (en San Fernando, Tamaulipas) con las caras vendadas, heridas de bala en la espalda y otros incluso con el dichoso tiro de gracia. ¿Cómo inició todo esto?
Todo esto inició a través de un secuestro entablado por integrantes del grupo del crimen organizado en México mejor conocido como los “ZETAS” cuando secuestraron unos camiones donde transportaban a más de 74 inmigrantes de origen de Centro y Sudamérica, con el fin de asaltarlos pero al no contar con dinero les ofrecieron trabajar para ellos ofreciéndoles como paga 1,000 dólares quincenales lo cual muchos se negaron a la propuesta establecida por los integrantes de dicho grupo dando con ello a pie a vendarlos, los obligaron a apoyarse contra un muro y luego los balearon. Después les dieron tiros de gracia. En el lugar quedaron amontonados los cuerpos de 24 hondureños, 14 salvadoreños, 13 guatemaltecos, 5 ecuatorianos, 3 brasileños y un ciudadano indio. 58 hombres y 14 mujeres. Doce cuerpos siguen sin identificar. Sólo dos personas se salvaron: una que no ha sido identificada y un joven ecuatoriano que es quien ha permitido armar el rompecabezas de lo que ocurrió esa última semana de agosto de 2010: una de las mayores matanzas cometidas en la historia reciente de México y la peor contra inmigrantes.

El gobierno mexicano y el ecuatoriano -así como múltiples medios- había hablado de dos sobrevivientes: uno ecuatoriano, otro hondureño.

Entre los cuerpos de 58 hombres y 14 mujeres yacían dos migrantes que por el impacto perdieron la conciencia, pero despertaron: eran un salvadoreño y un ecuatoriano de 18 años. Este último relató los hechos anteriores.
Los sobrevivientes huyeron en distintas direcciones. El ecuatoriano escuchó que al salvadoreño lo persiguieron unas camionetas, luego disparos, e imaginó que había sido asesinado. Mientras tanto, buscó auxilio en una casa o intentó acercarse a los policías locales (algunos medios destacan que la narración no coincide en este punto), mas no lo ayudaron.
Caminó durante la noche. En la madrugada del 23 de agosto llegó a un retén de la Marina, donde dio aviso de lo sucedido. Al intentar ubicar por tierra el lugar de la masacre los marinos llegaron a un rancho en el que fueron atacados. Tres marinos y un miembro del cártel fallecieron. Un menor fue aprehendido, y después el sobreviviente lo identificó como uno de los secuestradores.
El día 24 a las seis de la tarde la Marina encontró los cuerpos en un rancho abandonado: los 72 parecían haber sido amontonados contra la pared de la bodega. “Reportes no confirmados indican que una o más de las mujeres víctimas estaban embarazadas. Las víctimas fueron encontradas sin ninguna identificación. Los tres camiones y el equipaje de los migrantes no fueron recuperados”, se lee en el texto.
En el comentario final, el diplomático que realizó el reporte señala: “Si el relato del sobreviviente es preciso, esto representa un nuevo nivel de violencia de Los Zetas”. Esto porque no parece haber una utilidad de estas muertes para ellos, ya que no pidieron rescate por sus secuestrados como acostumbraban.
“Una teoría planteada por –el nombre de la fuente está borrado– es que como las ganancias de la introducción ilegal de migrantes a Estados Unidos son destinadas al Cártel del Golfo, los asesinatos fueron la manera que Los Zetas encontraron para herir financieramente los intereses de CDG.”
La siguiente comunicación, del día 27, es un resumen de hechos de los últimos cuatro días.
El reporte menciona por primera vez la existencia de fosas comunes con migrantes. “Las autoridades mexicanas aún están buscando una posible fosa clandestina que contendría más de 200 migrantes. Se cree que los cuerpos están en San Fernando cerca de la garita aduanal de “Las Yescas”, entre San Fernando y Matamoros”.
Este aviso se dio ocho meses antes de que comenzaran a ser desenterrados casi 200 cadáveres, cuando los asesinatos sistemáticos no pudieron ser ocultados.
En septiembre, Matamoros y sus alrededores parecen vivir una guerra. El alcalde de Hidalgo ha sido asesinado; el Ejército y Los Zetas se enfrentan en Ciudad Mier; tres granadas de fragmentación hieren a 29 civiles en Reynosa. Los ataques ocurren a tres cuadras de un servicio funerario para los 72 migrantes y cerca de la morgue donde se depositaron algunos de sus cuerpos.
Más tarde se registra un ataque contra el hospital de la Marina donde se recuperaba el ecuatoriano que era el informante.
El día 2 de ese mes aparece el segundo sobreviviente de la masacre, quien, según informó el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) a los estadunidenses, se había desplazado solo a Matamoros y “supuestamente fue trasladado al DF para declarar”
En tanto, México intentaba limpiar su mala imagen internacional.
A raíz de ahí el gobierno buscó la manera de desviar la problemática y no darle a ver al público la realidad que estaba sucediendo en Tamaulipas ya que durante el 2011 y 2012 se desataron diversos secuestros a pasajeros de autobuses dando con esto a que los funcionarios del Gobierno del aquel entonces Egidio Torre Cantú decidiera a través de diversos medios locales hacer entender que en Tamaulipas la Seguridad era su Prioridad y que estaba siendo reforzada, cuando la realidad era que seguían apareciendo más cuerpos en diversas zonas de Tamaulipas dando con esto a que no eran solo los más de 70 inmigrantes asesinados, si no también durante los próximos meses al menos más de 145 cuerpos fueron encontrados, con esto se desató una problemática ya que los medios no revelaron esta información y se dieron a la tarea de difundir lo que el gobierno de Cantú apelaba en aquel entonces.

Hacía notar su fuerte preocupación por la Seguridad de Tamaulipas pero lo que realmente preocupaba más es que el gobierno federal y estatal se adjudicaba unos a otros la responsabilidad de lo que realmente estaba sucediendo en Tamaulipas. 
LOS SOBREVIVIENTES DE TLATELOLCO


Aqui les cuento esta terrorifica y gloriosa a la vez, una historia donde dos varones lograron salvarse de la cobardia de hombres armados. 

Con excepción de algunas repercusiones, valiosas pero aisladas, en México el silencio cayó en cuanto al conjunto de 24 fotografías inéditas que Proceso publicó en su edición 1310. Tlatelolco sí se olvida. El gobierno federal optó por no emitir opinión alguna acerca de los testimonios gráficos que, sin duda, arrojan una dramática luz sobre facetas de la tragedia del 2 de octubre de 1968 que aún permanecen en la oscuridad. En términos generales, la mayoría de los medios de comunicación nacionales, impresos y electrónicos, también prefirió callar. Fue en el extranjero donde los documentos alcanzaron el eco que en el país se les negó. Por fortuna, el llamado que hizo nuestra revista a quienes se reconocieran en las fotos sí obtuvo respuesta: la de aquellas víctimas que tienen las agallas para dar testimonio de lo que ocurrió en la Plaza de las Tres Culturas. Complementariamente, a lo largo de las siguientes páginas publicamos algunas de las 11 fotos restantes de las 35 que en total fueron entregadas a Sanjuana Martínez, corresponsal en Madrid.



"Al que alce la cabeza, se lo lleva la chingada"

Florencio López Osuna era dirigente de la Escuela Superior de Economía del IPN en el 68 y actualmente es subdirector de la Voca 5. Es el que aparece en la portada de la revista, la semana pasada. Llévatelo, y a la primera pendejada, te lo chingas, fue lo último que escuchó antes de que lo bajaran, a empellones, del tercero al segundo piso del edificio Chihuahua.
Había sido el primer orador del mitin y fue el único de la lista de tres comisionados para hablar esa tarde en nombre del Consejo Nacional de Huelga —los otros eran David Vega y Eduardo Valle—, que alcanzó a pronunciar su discurso.
Originario del municipio de Concordia, Sinaloa, le había tocado hablar de la situación del movimiento estudiantil, que se extendía por todo el país, y anunciar que se suspendía la programada marcha al Casco de Santo Tomás.
Yo estaba en el centro de la tribuna. Cuando comenzaron los disparos, me di la vuelta, y, dando la espalda a la plaza, vi que el tercer piso se había llenado de gente que, después supe, era del Batallón Olimpia. Eran jóvenes como nosotros. Algunos traían una fusca en la mano; otros cargaban metralleta. Todos traían un guante blanco. A unos pasos de donde estaba, David (Vega) forcejeaba por el micrófono con uno del Batallón Olimpia, al que se le salió un tiro.
Los del batallón les dieron tres instrucciones: ‘Todos a la pared, todos al suelo y al que alce la cabeza se lo lleva la chingada’. Mientras tanto, un tipo alto, fornido, con gabardina, disparaba contra la multitud.
López Osuna permaneció de pie; durante segundos, pegado al barandal del tercer piso, pudo ver cómo se formaba un remolino en la plaza, la gente se movía como una ola de mar. En ese momento, uno de los agentes lo tumbó al piso, cayéndole encima.
A los que estábamos en el tercer piso nos dividieron: A unos los subieron al cuarto piso y a otros nos bajaron al segundo. Yo fui de estos últimos. Un tipo que estaba acostado con nosotros nos decía en qué turno debíamos arrastrarnos. A unos pasos de ahí, había otro tipo en cuclillas. Era el que mandaba. Todavía lo recuerdo: patilludo, orejón. Cuando tocó mi turno, el que estaba acostado le dijo a su jefe: ‘Éste fue orador en el mitin’. Entonces, me jalaron, me mentaron la madre. Ahí empezaron los chingadazos.
Por acuerdo de una asamblea, López Osuna acudió armado a Tlatelolco, igual que otros de sus compañeros.
Hay que pensar qué momento estábamos viviendo: Nuestras escuelas eran ametralladas constantemente, había que tener con qué defenderse. Cuando estaba en el suelo, en lo único que pensaba era en cómo deshacerme de la pistola. El tipo patilludo me ordenó: ‘Ven acá’. Me estaba apuntando con una pistola. Y entonces pensé que era prudente informarle que estaba armado. El tipo se descontroló. Empezó a catearme desesperadamente, hasta que me encontró el arma. Me pegó con la pistola en la boca y empecé a sangrar. Y le dijo a uno de sus compañeros: ‘Llévatelo, y a la primera pendejada, chíngatelo’.
En el segundo piso le quitaron el cinturón y, a diferencia de otros estudiantes, le amarraron las manos hacia atrás. Su ropa fue cediendo a los jalones. Sólo permanecieron en su lugar los calzones mojados. La chamarra y la camiseta quedaron colgadas de los antebrazos, atoradas en la atadura de las manos.
Ya bajo custodia del Ejército, con la cara sangrando, lo pasaron bajo los chorros de agua que escurrían del edificio. Había que lavarle la cara para poderlo fotografiar.
Al llegar al Campo Militar Número Uno, donde permaneció hasta su reclusión en Lecumberri, la versión oficial sobre la pistola se había transformado. Éste traía una ametralladora, acusó un militar. Sólo alcancé a decir: ‘No es cierto, era una 380, y no la disparé’.



"Somos el Batallón Olimpia, no nos disparen"

Luis González de Alba era representante de la Facultad de Psicología de la UNAM en el 68. Actualmente es escritor y periodista.
Las fotos son la constatación, la absoluta evidencia, de lo que los líderes del movimiento del 68 venimos diciendo desde hace más de 30 años: que la masacre de Tlatelolco la comenzaron hombres vestidos de civil con un guante blanco en la mano izquierda y una pistola en la derecha. Así lo declaramos en el Ministerio Público desde entonces, así lo declaramos después en cuantos medios pudimos, yo lo he dicho en todos los medios en donde he estado. Bueno, aquí está la constatación, fue así exactamente como lo relatamos.
En cuanto al texto que se publicó en Proceso también la semana pasada, dice que no está de acuerdo en que las fotos muestran la perfecta coordinación entre la
s fuerzas armadas y los grupos paramilitares:
Lo que demuestran es la absoluta falta de coordinación entre el Batallón Olimpia y el Ejército regular, que es lo que siempre he venido diciendo.
El grito ‘Batallón Olimpia no dispa-ren’ es el grito del Olimpia al Ejército: ‘Somos el Batallón Olimpia, no nos disparen a nosotros’. Esto demuestra que no tenían ni siquiera un radio, ésa es la prueba de la falta de coordinación: grupos diferentes del Ejército que están comprometidos en una misma operación militar se comunican de distintas formas, pero nunca a gritos, eso sí resulta absolutamente aberrante.
Recuerda el testimonio del fotógrafo de Paris Match: Dice que se encontraba en el edificio Chihuahua, en el tercer piso, tirado en el suelo, rodeado de gente que tenía un guante blanco en la mano, y que estaban también tirados en el suelo. ¿Qué hacían los del Olimpia tirados en el suelo? Ellos eran los que llegaron a c
omenzar los disparos, ellos eran los armados. Estaban tirados en el suelo porque el Ejército vio los fogonazos y dijo: ¡Son los estudiantes quienes nos están disparando! Y respondieron al fuego, y fueron avanzando, disparando hacia arriba, no hacia la gente. No estoy tratando de hacer el elogio del Ejército, quiero simplemente poner las cosas en su justo término, si estamos pidiendo justicia, que haya justicia, y no que cada quien le aumente la tinta en donde le guste.
Si el Ejército que tenía rodeada toda la plaza hubiera llegado disparándole a la gente, no queda nadie vivo. ¡Nadie! Y no hubiéramos tenido 30 o 40 muertos, que son los que están en la estela que levantaron en uno de los aniversarios con el nombre de los muertos, o los 100 o 200 que se han dicho, hubiera sido ¡todo el mundo! Pero el Ejército no llegó así, llegó el Olimpia a detenernos a nosotros, y aquí están las fotos de Proceso, ésa es su gran importancia, ¡ahí están las fotos! Exactamente como los describimos: hombres de pelo cortado estilo militar, muchachos de aspecto atlético, en lo general jóvenes, con un guante blanco, y los que no traían el guante blanco, traían un pañuelo blanco, que no hay en las fotos, pero había algunos con un pañuelo blanco. Ahí está demostrado.
Recuerda que en ninguna de las actas que ellos levantaron, las autoridades permitieron que se constatara la presencia del Batallón Olimpia. Pero, paradójicamente, el dato se les escapó en sus declaraciones a los militares que resultaron heridos.
El teniente Sergio Alejandro Aguilar Lucero, del Batallón Olimpia, en el Hospital Militar, declaró: ‘Soy miembro del Batallón Olimpia que fue conformado para salvaguardar las instalaciones olímpicas, y nos dieron orden para venir hoy por la tarde del 2 de octubre. Vestidos de civil nos identificaron con un guante blanco en la mano izquierda’. Lo mismo dijo el capitán Ernesto Morales Soto.
Agrega: Con estas fotografías queda perfectamente comprobada la participación de ese grupo paramilitar, exactamente como lo dijimos nosotros. Ahora, ¿quién lo envió, cómo fue la orden? Todo apunta a Luis Echeverría, no hay más. ¿Quién planeó la trampa? Tuvo que ser Echeverría, nadie más que él y el presidente Gustavo Díaz Ordaz tenían ese poder. Yo, con toda la infinita antipatía que siento hacia Díaz Ordaz, creo que no fue él, porque si hubiera sido, él entonces sí habríamos tenido una operación bien coordinada, porque viene desde el presidente. Pero como es algo chueco, que ni el presidente debe enterarse, quien lo hizo fue el secretario de Gobernación, por eso se dio sin coordinación.
Sobre su detención, recuerda: Lo único que padecí fue frío. Como se ve en la foto, estoy sin camisa; los pantalones no son míos, eran de un niño, me llegaban apenas debajo de la rodilla. La camisa ni siquiera entró. A todos nos habían quitado la ropa, fui golpeado en la nuca por un policía.



"Sólo iba por unas muchachas"

René Manning era músico en 1968 y hoy es dueño de un negocio de arte y diseño en Hermosillo, Sonora:

Era ya de madrugada. Estábamos en el cuarto piso del edificio Chihuahua; nos separaron: por una escalera hombres y por la otra mujeres. Estaba empapado porque las tuberías del departamento estaban rotas por las balas. Nos tomaron fotos a cada uno de los que íbamos bajando. Me fijé que el fotógrafo tenía dos o tres personas que le cambiaban la cámara, por los rollos. Ese día, René y su amigo Fernando Leyva habían llegado al edificio Chihuahua para reunirse con dos muchachas que habían conocido en el café cantante Dos más Dos, de la Zona Rosa, donde tocaba el grupo Los Schippys, que ellos integraban con José Luis Liera.
No recuerdo el número del departamento, pero estábamos visitando a dos muchachas, una de ellas vivía ahí, la otra era de Mexicali. Nos tocó la mala suerte, dice en entrevista telefónica desde Hermosillo.
Cuando empezó la balacera, estábamos viendo por una pequeña ventana, apena cabían dos personas para observar. Fernando vio que por el lado izquierdo, por donde estaba el cine Tlatelolco, y por el lado de Reforma, comenzaron a entrar los soldados. Yo me fijé en el helicóptero, cuando arrojó las luces de bengala: una roja y dos verdes.
En el balcón que estaba debajo, a mi izquierda, donde estaban los líderes hablando, vi cuando un hombre de guante blanco agarró a uno del cabello, le puso la pistola en la sien y le disparó... Yo lo vi. Ése fue el primer disparo que escuché y entonces comenzaron a entrar los soldados a la plaza. Entraron abriendo fuego contra la gente que estaba en la explanada. Después entraron una o dos tanquetas disparando contra el edificio Chihuahua. Fernando me jaló y nos fuimos hacia atrás, en ese momento entró una ráfaga de la tanqueta exactamente en el departamento. Rompieron las tuberías y el departamento comenzó a inundarse. Nos fuimos a la última recámara. Ahí nos mantuvimos hasta las cuatro de la madrugada.
Antes habían tocado la puerta unos muchachos que decían que por favor abrieran porque los iban a matar. Les pedimos que no abrieran porque podría ser una trampa, que podían entrar los soldados o policías y nos mataban. Pero insistieron tanto que abrimos y entraron unos cinco estudiantes, que traían paquetes de volantes en contra del gobierno, que escondieron debajo de los colchones.
Finalmente volvieron a tocar la puerta, pidieron que se abriera, que nada iba a pasar. A la tercera vez gritaron que si no abríamos lo iban a hacer a balazos. Entraron como cinco, con lámparas muy grandes y preguntaron cuántos vivían en el departamento. Pidieron que salieran los miembros de la familia. Yo salí al último porque no encontraba una de mis muletas. Padezco polio desde los nueve meses.
Los que entraron llevaban el guante blanco. Cuando ya nos bajaron y nos detuvieron para tomar las fotos, al lado derecho de la escalera había varios cadáveres apilados, en la salida. Un soldado me dijo que no siguiera volteando, y de reojo alcancé ver los cadáveres uno encima de otro, estaban semidesnudos.
Antes de subirlos a los camiones, les quitaron toda la ropa, las agujetas de los zapatos y los cinturones. Así nos subimos al camión, con la ropa echa rollo. Íbamos amontonados. Nos llevaron al amanecer al Campo Militar Número Uno. Nos pusieron en unos dormitorios con literas de lámina. Lo ficharon, pero no lo torturaron como a su amigo Fernando, que estaba en otro galerón. Me preguntaron nombre, edad y de dónde era originario. No te decían absolutamente nada, sólo sacaban la hoja y fírmale.



El departamento 504

Baltazar Doro Guadarrama fue activista de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica. Hoy se dedica a la venta de compresoras.
Fue uno de los estudiantes que se refugió en el departamento donde estaba Manning, quien la semana pasada apareció en la televisión. Aclara que no era el cuarto, sino el quinto piso del edificio Chihuahua y que desde el departamento 504, que era de su tía y donde vivía su prima Susana Ruiz —que en las fotos sale cubriéndose el rostro—, jamás se hubiera podido ver la ejecución que Manning sostiene haber visto.
Susana vivía en el quinto piso, en el departamento 504, donde nos refugiamos como 25 personas, entre ellos Pablo Gómez, Eduardo Valle, Anselmo Muñoz Juárez y Félix Hernández, cuando empezó la balacera. Yo repartía propaganda. Ese día iba a subir a la parte alta del edificio para soltar un globo lleno de propaganda y pasé al tercer piso para que me ayudaran, cuando comenzó el traqueteo.
Manning estaba en el departamento, y cuando nos sacaron me venía protegiendo con él para no ser golpeado tan fuerte, lo ayudaba a caminar. Cuando nos llevaron al segundo piso platiqué con algunos del Batallón Olimpia y nos dijeron que fueron traídos del norte para un operativo, pero nunca les enteraron de la masacre.
Pero todo estaba planeado. Cuando llegamos al edificio Chihuahua, en la parte baja había muchísimos militares vestidos de civil formados, los identificamos plenamente, pero no creímos que fuera a haber una represión tan brutal. Estaba en el tercer piso cuando entraron disparando los agentes policiacos. Eran agentes, algunos estaban en cuclillas, ésos fueron los que comenzaron a tirar hacia abajo, desde la bardita del piso tres. Yo lo vi, no me lo platicaron.
En el departamento 504 se refugiaron hasta las 11 de la noche, cuando los sacaron los del Batallón Olimpia —no a las cuatro de la mañana, como dice Manning—, y de ahí nos llevaron a otro departamento en el segundo piso, que estaba vacío... Después de que nos tomaron la fotografía, nos sacaron por el corredor que va hacia la calle de Eulalia Guzmán, donde estaban los camiones del Ejército. Pero antes de llegar se produjo una segunda balacera y los que nos llevaban, de manera cobarde, se escudaron con nosotros. Después nos metieron a una guardería, nos acostaron y como juego pasaban encima de nosotros corriendo.
En Eulalia Guzmán o Manuel González nos subieron a los camiones y nos llevaron al Campo Militar, por todo Reforma. Allá nos tuvieron en una crujía, hasta el 11 de octubre en la noche, cuando nos soltaron por el Toreo de Cuatro Caminos.
Nos alimentaron muy bien, pero en la noche se oían disparos y algunos de los que nos vigilaron decían que estaban formando ‘cuadro’, que estaban matando a algunos, entre ellos a Cabeza de Vaca.



Ya no pude bajar


Enrique Espinoza Villegas era estudiante de la Preparatoria 5, y ahora trabaja para una comunidad de Zacatecas: Estaba en la Preparatoria 5 y era activista. Tenía 19 años y no participé en el Comité de Huelga. El 2 de octubre quise estar en el tercer piso del Chihuahua porque allí iban a estar otros amigos.
Llevé a mi madre, pero la dejé en la explanada y me subí. Cuando estaba hablando Socrátes (Amado Campos Lemus) empezó el tiroteo y quise bajar por mi madre, pero ya no me dejaron. Me detuvieron los del guante blanco, que comenzaron a dispararle a la gente.
Había dos niños de secundaria que, cuando vieron que los del guante blanco disparaban contra la gente, se les aventaron. Ahí mismo los mataron. Primero les dispararon y en el suelo los golpearon con las cachas de las pistolas. Iban con suéter café.
Con tristeza y remordimiento recuerda que no pudo ayudar a su madre Esther Villegas, a la que también se la llevaron los soldados. Ella estaba en las escaleras, alcancé a agarrarla, pero me detuvieron. Me llevaron a un departamento del tercer piso, donde estaban Luis González de Alba, Cabeza de Vaca, Sócrates y La Tita. Allí el policía del sombrero que aparece en las fotos era el que nos quitaba las pertenencias a todos los detenidos.


Pero después Enrique y González de Alba fueron llevados a otro departamento: Allí me quise escapar, vi un guante blanco tirado y traté de ponérmelo, haciéndome pasar por uno de ellos. Con los ojos Luis me decía que no, pero yo tenía miedo y quería escaparme para ir por mi madre, a la que también habían golpeado. Se dieron cuenta porque el guante rechinó cuando quise ponérmelo, me golpearon hasta que perdí el conocimiento. Creo que uno de ellos mismos me salvó porque les pidió que ya no me siguieran golpeando. Cuando desperté me bajaron a la entrada del edificio, donde nos tomaron la foto a un lado del elevador. Yo estoy de espaldas, soy el más alto. Cuenta que en el Campo Militar Numero Uno nos llevaron a las galeras con camas de metal. Nos despertaban a la media noche y nos decían que nos iban a fusilar. Había ferrocarrileros, trabajadores del banco, estudiantes. Me golpeaban mucho, la tortura también era psicológica. Sacaban gente y se oían tiros, todos temblaban. Nunca vi que regresaban.
Ahí vi a Nazar Haro, varias veces fue a entrevistarnos, casi siempre a la medianoche o en la madrugada. Llegaba con sombrero y gabardina blanca, nos ponía bajo una lámpara y nos preguntaba: ‘¿Qué andabas haciendo, eres estudiante, del Comité, conoces a los líderes?’. No me golpeó, me hice pasar como trabajador de Aurrerá, estaba muy asustado. Me tomaban fotos mientras me interrogaban, huellas digitales de todos los dedos de las manos. Me parecían eternos, con preguntas insistentes.
La vivencia fue muy fuerte, tengo secuelas, me hice un tipo tímido e introvertido. Incluso me perdí por un tiempo, usé drogas en una comuna hippy, era una manera de fugarme; intenté regresar a la escuela pero ya no pude; llegué hasta el quinto año de medicina en la UNAM. Luego fui a la ENAH a estudiar historia.
Trabajó como ayudante administrativo del gobernador de Zacatecas Arturo Romo. Ahora trabajo en la comunidad muy pobre de Concepción del Oro, en servicios de salud, ayudando a la gente.



"Un soldado avisó a mi familia"


José Manuel Monroy fue activista de la Facultad de Ciencias de la UNAM y hoy es consultor de informática: Estaba en el primer año de la carrera de Física, en la Facultad de Ciencias, y ese día me tocó llevar a Tlatelolco a Oriana Falacci, con un profesor de la Facultad de Filosofía y Letras.


Estábamos en el balcón viendo hacia la plaza cuando comenzaron los disparos. La verdad, no me di cuenta de dónde venían los tiros, pero sí recuerdo haber visto que los soldados avanzaban hacia la plaza. Quise salir, pero la escalera ya estaba tomada por el Batallón Olimpia. Estuvimos tirados un buen rato en el piso, había muchos heridos. Aquello se estaba inundando. Pecho a tierra, me bajaron al segundo piso y me metieron a un departamento con otros. Me quitaron la ropa y me golpearon en el estómago varias veces.
Serían como las 11 de la noche cuando nos sacaron del departamento y nos bajaron. Yo iba descalzo, en calzones. Me subieron al camión militar, de los cabellos; el piso estaba lleno de vidrios. En el camino los soldados nos daban culatazos y nos fueron amenazando.
En el Campo Militar Número Uno estuve 15 días, en una celda aislada. Mi familia se enteró de que estaba ahí porque un soldado les avisó. Del campo militar me sacaron en la última camada con Gilberto Guevara Niebla y me llevaron a Lecumberri, donde estuve en las crujías H y C. De ahí salí el 24 de diciembre de 1968, con la primera camada de liberados, y regresé a terminar la carrera a la Universidad.



"No sé si quedé fichado"



Jesús Gutiérrez Lugo fue activista de la ESIME y ahora ejerce la ingeniería:

"Cursaba el primer año de la carrera. No era miembro de la dirigencia, porque nuestro representante en el CNH era Felix Hernández Gamundi. Más bien era miembro de base del movimiento. "El 2 de octubre llegué como a las cuatro y media de la tarde con un amigo y compañero de carrera, Marco Antonio Santillán. Subimos al tercer piso por curiosidad, queríamos ver a los oradores.
"Cuando empezó la balacera subimos al cuarto piso y luego tratamos de bajar. Ya no pudimos. Todo pasó muy rápido. Nos apresó un agente de guante blanco y nos metieron a un departamento con unas 30 personas más. Estábamos tirados en el suelo y las balas entraban por las ventanas. Horas después nos sacaron los agentes del guante blanco. Recuerdo que escurría agua color marrón de la escaleras, pero no vi muertos.
"Nos llevaron al Campo Militar Número Uno y nos detuvieron una semana. Al segundo o tercer día nos llevaron con alguien que parecía un agente del Ministerio Público, quien nos interrogó. Nos preguntaba de dónde habíamos sacado las armas. Nos sacaron fotos y nos tomaron las huellas digitales. No sé si quedé fichado, porque cuando pedí mi primer trabajo solicité una carta de antecedentes penales y no salió nada.
"Recuerdo que cuando nos sacaron, éramos como 300 o 400. Un general nos tiró un rollo sobre la defensa de la patria y luego nos dejaron ir".
Sanjuana Martínez, corresponsal de la revista Proceso